HIJOS DE LAS ESTRELLAS
José Maza en "Una visión del Cosmos"
recuerda el bello concepto de que “todos nosotros hemos sido parte de una
estrella”, o al menos los átomos de calcio de nuestros huesos y el hierro de
nuestros glóbulos rojos fueron fabricados en el interior de una estrella, para
ser arrojados luego violentamente al espacio en una explosión de supernova, y
pasar más tarde a constituir la nebulosa solar primitiva. Por tanto, dice,
cuando estu-diamos las estrellas estamos simplemente buscando nuestras raíces
más profundas. (Rolando Toro, Biodanza).
Lo han dicho muchos poetas
-y no es pensamiento vano-
que hijos de las estrellas
somos también los humanos.
Qué
misterio es una estrella!
un mero punto en la noche
que se
enciende con temblor
cuando el
padre Sol se pone.
Esa visión subjetiva
está lejos de mostrar
la magnitud imponente
del astro en totalidad.
Gigantescas en tamaño,
una atmósfera asfixiante,
una luz deslumbradora
y un calor impresionante.
Incandescentes lámparas
que inmateriales parecen,
pero toda la materia
de entre ese magma aparece.
Generan gases y líquidos,
las rocas y los metales,
incluso los seres vivos
compuestos de minerales.
Y son esos minerales,
que recorren nuestras venas
que en explosiones gigantes
impensables se generan.
Y en proceso espeluznante,
y por tortuosas sendas,
por fin llegan a la Tierra
y acaban en nuestra sangre.
Otra vez las apariencias
como es habitual engañan,
por eso las frías estrellas
que parecen tan lejanas
son más bien incandescentes,
en nuestro
cuerpo intervienen
y nos
transmiten su casta.
G.M., XII-2008
EL ÁRBOL O EL BOSQUE
El libro “Qué es la vida” incluye
una fotografía tomada a distancia de un bosque de álamos en Colorado.
Cualquiera puede contar los árboles. Hay centenares si no miles de ellos. Sin
embargo, y aunque consta de numero-sas partes, ese bosque es en realidad un
único organismo. Bajo la super-ficie del suelo el “árbol” es uno continuo.
Constituye una estructura inter-conectada con múltiples tallos que surgen del
suelo, cuestionando nuestra noción común del árbol como organismo aislado. Ese
“individuo”, cuyas raíces son enteramente continuas, se extiende lateralmente
durante kiló-metros, se hunde varios metros en el suelo y se eleva en el aire
en vertical (MARGULIS & SAGAN, Captando genomas)
Las apariencias engañan
y en el mundo natural,
aunque separación buscamos,
hay mucha continuidad.
Cada uno de los seres
de los bosques o del mar
procuramos entenderlo
como ser individual.
Que lucha por su existencia,
sin otra cosa desear
que salir él adelante,
aunque a otros vaya mal.
Eso es lo que muchos quieren
en sus obras enseñar,
y –veladamente- inducen
a esta actitud imitar.
Pero esa actitud, que el miedo
les va a inducir a adoptar,
no es que sea poco ética,
simplemente no es verdad.
La interconexión es algo
que no se puede ignorar
y que afecta en el terreno
a todo ser corporal.
Los árboles con los hongos,
bacterias con animal,
el organismo visible
con el unicelular.
Todos dependen de todos,
nadie sólo va a medrar.
Sutil hálito de vida
todos quieren conservar.
¿Es la colmena o la abeja
ese ser individual?
¿Es el árbol o es el bosque?
¿Es la Tierra o es el mar?
G.M., I-2009
Nunca he sentido tan fuerte
LA
RESISTENCIA ECOLÓGICA
Si alguien
actúa desde el principio biocéntrico, pertenece a la resistencia ecológica:
desea los ríos claros, transparentes , defiende el respeto por la fauna y la
flora, se convierte en un pedagogo, un amante, un artista. (Rolando Toro, Biodanza).
El principio biocéntrico
muchas ramificaciones tiene.
No se queda en lo teórico
pues a la acción nos impele,
¿Como podremos, así,
quedarnos tan impasibles,
observando cómo el río
tantos residuos recibe?
Cómo la tierra se colma
con montañas de basura,
que son nefasto remedo
de la orogenia antigua.
Cómo los mares reciben
tal cantidad de venenos
que pareciera imposible
subsistir la vida en ellos.
Cómo el limpio y transparente
aire con que respiramos,
preñado de negros humos
está cercano a asfixiarnos.
¿Dónde están los grandes bosques
enseña de este planeta?
¿Dónde su fauna salvaje
que, libre, lo recorriera?
No podemos conformarnos,
nunca van a convencernos
de que son estas cuestiones
consecuencias del progreso.
No: las fuentes de la vida
ni se compran ni se venden,
por encima están de todo,
del progreso y de la gente.
Hijos de la Madre Tierra
amor y paz deseamos,
gozo y solidaridad
y la guerra abominamos.
Pero dispuestos estamos
a convertirnos por ti
en guerreros poderosos
luchadores hasta el fin.
Miembros de la resistencia
que no dejarán pasar
a los ciegos anti-vida
ni una sola atrocidad.
Es resistencia ecológica
en la que el arma a emplear
será más bien pedagógica,
de ejemplo e integridad.
G.M.,
XII-2008
EL
UNIVERSO COMO HOLOGRAMA
Desde el principio biocéntrico podemos concebir el universo como un gigantesco
holograma vivo. La experiencia de la unidad mística e identidad suprema es para
nosotros perfectamente válida. Podemos descubrir en esta vivencia fundadora las
raíces de una cultura de la vida. El poeta
Jala-od-Din Rumi (siglo XIII) exclamaba: “¡Oh día, levántate, los átomos
danzan, las almas, arrebatadas de éxtasis, danzan, la bóveda celeste, a causa
de ese Ser, la danza: Te diré al oído hacía donde conduce su danza: Todos los
átomos que hay en el aire y en el desierto, comprén-delo bien, están enamorados
como nosotros y cada uno de ellos, feliz o desdichado, se encuentra deslumbrado
por el sol del alma incondicionada” (Rolando Toro, Biodanza).
Danzan hombres con mujeres,
sus cuerpos entrelazados
o libres e independientes,
pero siempre enamorados.
Danzan entre si los órganos
de esos sus cuerpos sagrados,
en un subconsciente abrazo:
cerebro con corazón,
el hígado con pulmón
y hasta el riñón con el bazo.
Danzan alegres las células
que estos órganos componen:
neuronas con leucocitos,
celebrando sus amores,
hematíes y osteocitos,
todos los días y noches.
Danzan también los orgánulos
que en estas células nadan,
desde dentro de su núcleo
a fuera en el citoplasma:
Las hélices de ADN
con amor entrelazadas,
el apararto de Golgi,
ribosomas y membranas.
Danzan también las moléculas
que en aquéllos intervienen
en una química fiesta
que todas entre sí tienen.
Las sutiles proteínas
con los glúcidos se avienen
y hasta los pesados lípidos
ni un momento se detienen.
Se componen todas ellas
de unos diminutos átomos
que, con redoblados ánimos,
danzan con gozo entre sí:
el carbono con potasio
o el fósforo con el zinc.
Bien conocida es también
la febril actividad
que -pese a su liviandad-
ocurre dentro del átomo.
Allí activos electrones
danzan para los protones
-de situación nuclear-
compartiendo con neutrones
del principio hasta el final,
y ambos aplauden gozosos
a los veloces actores
que a su vida sentir dan.
En un nivel superior
también los seres humanos
se reúnen agrupados
en una conjunta acción
y forman danza de Gaia
que es de globalización.
Este nuestro planeta
que Tierra o Gaia llamamos
también danza con colegas
de que estamos rodeados.
Con el severo Saturno,
con Júpiter poderoso,
con el inquieto Mercurio,
o con Plutón misterioso.
Y así el Sistema Solar
acude todas las noches
a la fiesta singular
que la Galaxia propone.
Y a su vez nuestra Galaxia
nunca deja de acudir
a la fiesta Universal
que el Cosmos llama a vivir.
Como es arriba es abajo,
en esta danza sin fin.
Es la danza de la vida,
a ella os llamo: ¡Venid!
G.M., I-2009
LA CRUEL GUERRA
The cruel war is raging / Johnny has to fight
I want to be with him from / morning till night
I want to be with him / it grieves my heart so.
Won't you let me go with you? / no, my love, no.
La cruel guerra brama, Johnny ha de partir
Yo quiero estar con él día y noche
Yo quiero estar con él. Eso me encoge el corazón
¿Quieres que vaya contigo? No, mi amor
Tomorrow is Sunday / Monday is the day
That your captain will call you / and you must obey.
Your captain will call you / it grieves my heart so.
Won't you let me go with you? / no, my love, no.
Mañana es domingo. El lunes es el día
Tu capitán te llamará y deberás obedecer
Tu capitán te llamará. Eso me encoge el corazón…
I'll tie back my hair / men's clothing I'll put on.
I'll pass as your comrade / as we march along.
I'll pass as your comrade / no one will ever know.
Won't you let me go with you? / no, my love, no.
Me cortaré el pelo. Me vestiré de hombre
Pasaré por tu compañero cuando marchemos juntos
Pasaré por compañero tuyo. Nadie lo sabrá …
Johnny, oh Johnny / I fear you are unkind.
I love you far better / than all of mankind.
I love you far better / than words can e'er express
Won't you let me go with you? / Yes, my love, yes.
Johnny, me parece que eres cruel conmigo
Yo te quiero mucho más que a ningún hombre
Te quiero mucho más de lo que las palabras pueden expresar …
They marched into battle / she never left his side
'Til a bullet shell struck her / and love was denied
A bullet shell struck her / tears came to Johnny's eyes
As he knelt down beside her / she silently died.
Ellos fueron a la batalla / ella nunca dejó de estar a su lado
Hasta que un casquillo de bala la hirió
Las lágrimas vienen a los ojos de Johnny
Cuando él se arrodilló a su lado ella murió en silencio
(Folk song americano. Versión de Peter, Paul & Mary)
Nunca he sentido tan fuerte
encogerse
el corazón
como
ayer en un momento
escuchando
esta canción.
Todo
el horror de las guerras
y su
absurda sinrazón
que
destroza los amores
y
solo siembra dolor.
Lloro
con tantas mujeres
que
perdieron a su amor
y con
esos pobres hombres
padeciendo
en ese horror.
Lloro
con tantas mujeres
en
ese trance de adiós
a ese
hombre amado, su vida,
por
quien todo lo dejó.
Cómo
poder despedirse
en
una tal situación.
Cómo
poder separarse
sin
romperse el corazón.
Lloro
con esas mujeres
en su
lecho de dolor,
donde
de él ya nada queda
ni
los ecos de su voz.
Ni
rastro de su presencia,
de su
aroma, su calor.
Su
sonrisa, sus caricias
¿a
dónde se los llevó?
Sin
noticias ni esperanzas,
sin
sangre en el corazón,
con
el único consuelo,
de
suplicar ante Dios.
Y por
esos pobres hombres,
pura
carne de cañón,
en un
rincón encogidos,
con
tal desesperación,
lloran
también, día y noche,
lloran
sin consolación.
Yo
quiero volver con ella.
Yo quiero
estar con mi amor.
Ayer
gozaba y reía
con
ella, mi bella flor.
Hoy
me llevan como a un cerdo
a
morir por ¿qué se yo?
G.M., 14-IV-09
AMADAS PLANTAS
Un verano de sequía,
una sequía sin fin.
Año tras año avanzando
los desiertos por aquí.
¡Qué destino atormentado
el de montes y riberas,
el de arbustos y arbolado
en las montañas ibéricas!
Tantas nieves en invierno,
tanta lluvia en primavera,
de nada sirven si el sol
abrasa después la tierra.
Las mieses amarillean,
ya los pastos agostados,
los pocos rincones verdes
pronto destruye el ganado.
Los arroyos, filamentos
que explotan los naturales
y dejarían exangües
sin sus aguas residuales.
Años ha que disfrutaba
visitando la montaña
en los meses estivales
con su flora tan lozana.
Pero en los tiempos actuales
se adelantan los calores,
se disipan las tormentas
y apenas duran las flores.
Tanto no se notaría
si los humanos mostraran
una pizca de piedad
o de amor a sus montañas.
No se puede masacrar
el monte con tanta saña
y querer vivir de él
como se hace aquí en España.
La erosión en las laderas,
los arroyos desecados,
contaminantes residuos
y pastos sobreexplotados.
Que la tierra no se ve
como una madre sagrada
resulta más que evidente
en estas tierras hispanas.
Ni siquiera como vaca
que se cuida y que se engorda,
sino como cenicienta esclava
que se desprecia y se explota.
No lo puedo remediar,
tengo que quedarme en casa;
si no, me pondré a llorar
ante crueldad tamaña.
Si la cosa sigue así,
puede que ya en estos pagos
nadie pueda cultivar
la botánica de campo.
Adiós, mis flores amadas,
silenciosas, delicadas,
coloristas, perfumadas,
las vulgares y las raras.
Adiós, adiós para siempre
mis saucedas y encinares,
lastonares, guillomedas
y sabinares albares.
Yo no sé qué más hacer
-si lo supiera lo haría-
viendo año en año caer
lo mejor de vuestras filas.
Muchos sabios allá lejos
se preocupan por vosotras.
Nada debéis de temer:
estáis en sus “listas rojas”.
Pero, mientras con los años
esos papeles engordan,
más cada día en el campo
vivís situación penosa.
Nadie en su lugar os quiere,
herbicidas os reservan,
azadas y cortacéspedes,
las hachas y motosierras.
Y por si alguna se escapa
se reserva infantería:
esas cerradas falanges
que da la ganadería.
¿Cómo, despreciable hierba,
te atreviste a germinar
en un pedazo de tierra
que era de mi propiedad?
Y qué decir de los hongos
al la otoñada llegar,
que huestes como de Atila
cada año han de soportar.
Yo busco hongos comestibles.
¿Cómo así podéis osar
aparecer a mi vista
sin poder nada otorgar?
Yo os castigo esa insolencia
con navajazo o patada.
Ni una seta queda en pie,
si es buena como si es mala.
En el planeta en que vivo
nadie parece observar
que esto que digo es cierto
o que le puede afectar.
Son millones –y es loable-
que se van a organizar.
Contra el maltrato a los hombres
se van a movilizar.
Pero el desprecio a las plantas
nadie lo suele notar.
No tienen sangre ni corren,
a nadie le va a importar.
¿Que este asunto le preocupe
soy el único en la Tierra?
¿No hay sensibilidad?
¿Hay alguien más ahí fuera?
G.M.,
21-VII-2009
CHOPOS DEL MOLINO
Vosotros, queridos chopos
que os erguíais tan altivos
en poderosa muralla
que era al cielo desafío.
Cuando yo nací ya estabais
con vuestro porte gallardo,
y por décadas seguisteis
fuertes y bien enraizados.
¿Quién hubiera imaginado
que en el año dos mil ocho
la vida habría escapado
de vuestros troncos rugosos?
Soportasteis las tormentas,
atlánticos temporales,
y el desafío del rayo
en las tardes estivales.
Seña de identidad fuisteis
de una vivienda olvidada
en un soriano rincón
de silencio, paz y calma.
Vuestra sombra se extendió
sobre parientes y amigos.
Son cuatro generaciones
desde abuelos a sobrinos.
Muchas aves albergasteis
en vuestras elevadas ramas:
tordos, mirlos, rabilargos,
los carpinteros y urracas.
Con amor, cada verano
os atendía y cuidaba,
quitando las ramas secas,
con poda bien delicada.
Pero sois muy dependientes
de la abundancia del agua
y al final se asomará
de la sequía el fantasma.
Podéis luchar contra todo,
pero de barro los pies
tenéis y también en barro
vuestras raíces queréis.
Esa presa molinera,
por décadas llena y clara,
al final se vio mudada.
Siento en mi corazón
la pena que me transmite
el sentiros asfixiar
secándoseos las raíces.
ayudaros no podría,
de mis venas yo la sangre
si sirviera donaría.
No pudisteis soportarlo
y en las madrugadas frías
puedo escuchar vuestro grito
silencioso de agonía.
Vuestro llanto me transmite
tanta pena que quisiera
con el caudal mis lágrimas
de nuevo llenar la presa.
Pero la suerte está echada,
el leñador ha acudido.
Vuestros troncos poderosos
a la tierra ya han caído.
Adiós mis chopos amados,
nunca más ya nos veremos,
pero en la tierra algún día
al fin nos encontraremos.
G.M., 31-I-09
LA VIDA ES BELLA
¡Qué hermoso es ver el día /
coronado de fuego levantarse,
y, a su beso de lumbre, / brillar las olas y encenderse el aire!
y, a su beso de lumbre, / brillar las olas y encenderse el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia /
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores / el perfume aspirar hasta saciarse!
de las húmedas flores / el perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué hermoso es cuando en copos /
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas / ver las rojizas lenguas agitarse!
de las inquietas llamas / ver las rojizas lenguas agitarse!
Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien y roncar como un
sochantre
y comer... y engordar... ¡y qué
desgracia / que esto sólo no baste!.
(G.A.
Becquer: Rima LXVII)
Qué hermosa sabe la vida
en este planeta Gaia.
De nada igual se disfruta
en toda nuestra galaxia.
Cuántos colores de flores,
cuántas frutas perfumadas,
cómo brillan los cristales
de rocas acrisoladas.
Qué gozo da contemplar
la majestuosa estampa
de tigre, león o jaguar
en la jungla o la sabana.
Es cosa espectacular
ver el vuelo de las águilas
y el modo de caminar
delicado de una garza.
Los multicolores peces
en las tropicales aguas.
Las frágiles mariposas
con sus translúcidas alas.
Percibir el tibio sol
por la mañana en la cara,
las frescas aguas del río
cuando el astro nos abrasa.
Pisar una blanda arena,
chupar de azúcar la caña
respirar las madreselvas,
oír cantar a las ranas.
Ver formarse una tormenta,
oler la tierra mojada,
oír zumbar las abejas
o morder una manzana.
Tumbar el cuerpo en la hierba,
escuchar a las cigarras
su monótona canción
en horas de sueño y calma.
Un pez vivo recoger
y soltar de nuevo al agua.
Un pajarillo poder
rescatarlo de una trampa.
Cuando hay hambre comer bien,
con sed un buen trago de agua;
dormir al anochecer
y despertar con el alba.
En lo natural vivir,
sin expectativas vanas,
sin que metas ni objetivos
nos aletarguen el alma.
En paz con todos los seres,
sin querer quitarles nada;
sin envidias ni rencores
y con fe en la especie humana.
G.M., 28-IV-09
LA ÚLTIMA CAZA
Muchos veranos pasé
en el campo de mi infancia.
Muchas experiencias vivas
por los valles y montañas.
No me rodea un ambiente
de respeto por la fauna.
La imitación me conduce
hasta a iniciarme en la caza.
Con solo siete u ocho años
ya mi escopeta dispara.
Son perdigones de plomo
pero a las aves les matan.
Muy contento yo me siento
cuando la pieza cazaba.
En mi destreza me ufano,
no reparo en a quién daña
Mas llega la adolescencia,
y un buen día yo cazaba
sobre el viejo moral rojo
con mi escopeta cargada.
Está cuajado de frutos,
me sirve de mortal trampa.
De muchas especies vienen
a sustentarse en sus ramas.
Un bello tordo aterriza.
Se posa y pliega sus alas.
Observa a diestra y siniestra,
en peligro no repara.
Yo estoy quieto y preparado,
el animal en su salsa;
con tranquilidad se mueve
sin que recele de nada.
Apunto por la mirilla.
Lo tengo a media pedrada.
El modesto proyectil
atraviesa la plumada.
El ave pierde equilibrio
sin saber lo que le pasa.
Al suelo se precipita
que las fuerzas le faltaban.
Saltos aún puede dar,
con las fuerzas de sus patas,
mientras gotitas de sangre
por el suelo se derraman.
El gigante cazador
luego su pieza reclama.
Al acercase hacia ella
correteando se escapa.
Pero topa con el muro
-en ángulo- de la valla.
Inmóvil queda ante mí
dando a este muro la espalda.
No me transmiten sus ojos
ni ira, ni odio ni rabia.
Solamente me transmiten
la tristeza más amarga.
Con sus ojos me interroga:
Hermano ¿por qué me matas?
Yo era un ave hermosa y joven
que gozaba fuerte y sana.
Cada vez que el sol salía
con alegría cantaba.
Cada vez que se ponía
a mi hogar me retiraba.
En mi nido a cuatro pollos
con amor yo les criaba,
junto con un compañero
al que tanto yo amaba.
¿Qué será de ellos ahora?
su vida ya está acabada.
La muerte de mis pequeños
es cosa ya sentenciada.
Y todo esto ¿Por qué?
Tú ¿Qué de mi muerte ganas?
Si te crees así más hombre,
yo te digo que te engañas.
Contenta me moriré,
si sé que ahora tú cambias,
y comprendes de una vez
los horrores de la caza.
Nunca vuelvas a poner
tu mano sobre la fauna.
La vida de un animal
es la cosa más sagrada.
De mis ojos en el trance
caen profundas escamas.
El mensaje claro entiendo.
Pido perdón, ave hermana.
Desde ahora en adelante
-juro con solemnidad-
ante tu cuerpo aún caliente
nunca volver a matar.
Nunca empuñar escopeta
y a las aves disparar.
Nunca más pescar con caña,
nunca, nunca, nunca más.
Desde entonces hasta ahora
yo no he vuelto a levantar
mi mano amenazadora
contra ningún animal.
Con este reino convivo,
igual que con vegetal,
procurando ser amigo
y buen sembrador de paz.
Cuarenta años más tarde
he venido a recordar
un hecho que en mi memoria
a fuego grabado está.
Vaya así homenaje al tordo
que me dio buena enseñanza.
Sólo me queda decirle
Gracias por tu lección, gracias.
G.M., 28-IV-09
GRACIAS A LA VIDA ...COMO ES
Aristóteles lo dijo, y es cosa verdader,
que el hombre por dos cosas se
mueve, la primer
por el sustentamiento, que la
segunda era
por haber juntamiento con hembra
placentera.
(Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro del buen amor)
Los hombres llanos lo dicen
y lo niegan los soberbios.
Unos y otros lo practican.
Es ley superior a ellos.
De los miles de motivos
que a la acción mueven al hombre
el arcipreste se queda
con los de menos renombre.
No lo dice por juzgarnos
de una forma negativa.
Solamente observa y calla.
Es un hombre realista.
No ha sido esa la actitud
habitual en sus congéneres,
que atención a otros asuntos
siempre fomentar pretenden.
Pero si hay algo imparable
de los vivos en el mundo
es la poderosa fuerza
que a vivir nos da el impulso.
Han estado condenados
al fracaso los esfuerzos
de los que imponer querrían
el filosofar primero.
Primum vivere es la ley
que comienza en el sustento
y que se va a complementar
con eso del juntamiento.
La mayor parte del día
dedican los animales
a buscarse la comida
que a sus estómagos sacie.
Pero un arcano profundo
a toda especie nos lleva
a otra búsqueda infinita
entre los machos y hembras.
Los animales lo acatan,
pues actúan y no piensan,
pero los hombres lo atacan,
les parece una indecencia.
El error es no admitir
que, aunque seres racionales,
en esencia los humanos
somos también animales.
Carta de naturaleza
nuestra animalidad tiene.
Es de sabios admitirla,
la negará el mequetrefe.
Al hablar de estos asuntos
es sincero el arcipreste,
y confiesa abiertamente
su atracción por las mujeres.
Esa incómoda verdad
una afrenta es para muchos,
que niegan su condición
sin ser espíritus puros.
Hay un juicio de valor:
la animalidad es mala,
solo el juicio y la razón
dan a los hombres sus alas.
El que un hombre escribir pueda
“Crítica de razón pura”
-cosa que es más que evidente
que no hacen otras criaturas-
ni nos pone por encima,
ni haber superado indica
todo residuo animal
en nuestra terrenal vida.
Es parte de nuestro ser
el evacuar o excretar,
como el comer y el beber,
o el orar y el meditar.
Parte de nuestro ser
a la animalidad remite,
mientras lo más elevado
nos acerca a lo sublime.
Ángeles envidiarán
nuestras corpóreas formas
y todos los animales
nuestra inteligencia y obras.
Nuestra hermosa condición
no es como para quejarse
más bien para disfrutarla
en nuestro breve pasaje.
G.M.,
23-VI-09
A LA BELLEZA HUMILDE
De entre las flores silvestres
hoy quiero seleccionar
la llamada Evax pygmaea,
reina de la humildad.
Es planta muy diminuta,
de un centímetro no más,
que saca unas pocas hojas
que son grises además.
Sólo dura unas semanas,
efímera por demás,
pasa desapercibida,
casi nadie la verá.
Ni siquiera tiene nombre
en el lenguaje vulgar,
y en el que da la ciencia
destaca su cortedad.
Cuando llega a florecer,
momento primaveral,
milimétricas sus flores
imposibles de apreciar.
Por su color no será
que lleguen a destacar:
entre gris y amarillento,
no lo vemos al pasar.
Las personas y animales
que a su lado pasarán
seguirán en su camino
sin en ella reparar.
Tampoco para evitarla,
como a veces sí que harán
con la peonía vistosa
o con el espino albar.
Así, pues, que su destino
no resulta de envidiar;
ya que quien por allí pasa
seguro la ha de pisar.
Por eso desde aquí deseo
por ella hoy apostar
y ponerla en el recuerdo
para la posteridad.
En tu humildad yo te admiro
con toda sinceridad.
Cuantas veces yo te hallaba,
me alegraba de verdad.
Arrastrándome o a gatas
para poderte encontrar
por los pastos arenosos
muy escasos de humedad.
Hasta en tu nombre latino,
que rezuma brevedad,
femeninas sugerencias
misterio te conferirán.
Muchos años te conozco,
tú me has visto madurar
y en ninguna primavera
me has llegado a faltar.
G.M., 10-XII-2008
OTOÑO EN LA FONT ROJA
Es el último reducto
en las sierras valencianas
del bosque mediterráneo
que antaño tanto medrara.
Es un verdadero bosque,
no es un área repoblada,
no fue puesto por el hombre
ni lo consumen las llamas.
Ocupa una ladera a norte,
empinada por demás.
A los peñascos se aferra,
vértigo ha de soportar.
Y aunque carrascal lo llaman
es rico en diversidad:
además de las encinas
tiene muchas plantas más.
De entre las de hoja perenne
va a destacar el durillo,
con su lustroso follaje,
siempre pulido y con brillo.
De entre los caducifolios
muchos se pueden nombrar.
Destaca el roble quejigo,
a la encina similar.
Difícil reconocerlo
en el momento estival,
pero bien que le delata
esa librea otoñal.
Del verde al amarillento
y al castaño va a virar.
Sus hojas se quedan secas,
pero no las va a soltar.
Más vistoso y llamativo
el arce va a resultar.
Esas hojas como manos
brasas de fuego serán.
El grácil fresno se seca
con suave tonalidad.
Sin temor a su destino
pronto sus hojas caerán.
A sus ramas tan austeras
se ve a menudo abrazar
a la rubia y madreselva
que los quieren conquistar.
Otras menos amistosas
de espinas se cubrirán,
como cojines de monja,
aliagas y espino albar.
Retener tierra es difícil,
la pendiente es muy acusada,
pero resulta gozoso
apreciar tanta hojarasca.
Tanto negro y fértil humus,
oro puro forestal,
que los árboles del bosque
siembran y recogerán.
Tan espeso sotobosque,
difícil de atravesar,
rico en fecunda biomasa
como en biodiversidad.
Santuario de Font Roja,
tierra sagrada en verdad.
Esa apuesta por la vida
es un ejemplo a imitar.
G.M.,
26-X-09
OTOÑO EN LA SIERRA DE GÚDAR
De ganados y tormentas,
altiva Sierra de Gúdar,
sierra fría, sierra dura,
al viajero ¿qué le cuentas?
A mí me hablas de pinares,
tan recios, firmes y austeros,
que son negrales primero
y en los altos son albares.
Esos pinos se acompañan
de parientes más pequeños
que son sabinas y enebros:
no dan piñas sino bayas.
Bosque de hoja perenne,
acicular o escamosa,
que es rígida y correosa,
y en el otoño está verde.
Aquí no hay mucho lugar
para árboles frondosos:
los colores del otoño
no podemos contemplar.
Pero ahí están las riberas
con los sempiternos chopos,
majuelos, cerezos, olmos,
las saucedas y alamedas.
También están los peñascos,
donde reinan los guillomos,
pequeños pero vistosos,
la sequedad desafiando.
Luego umbrías y cañones
donde medran los mostajos,
altos tilos y avellanos,
los arces multicolores.
Las flores aún mantienen
discretas hierbas en ellos:
geranios de San Roberto,
las campánulas y tréboles.
La humedad sobre la tierra
los hongos ha despertado
en los troncos y en los prados
de muy variadas libreas.
Así, y pese a lo inmutable
de los pinos tan severos,
de las sabinas y enebros,
el otoño es innegable.
Un otoño muy benigno,
mucho más de lo habitual,
pero sin mucho esperar
pasará a invierno frío.
Últimos coletazos son
de una vida que se apaga
cada año bajo la escarcha
a esperar de nuevo el sol.
De sol, frío, viento y niebla,
altiva Sierra de Gúdar,
sierra austera, sierra dura,
al viajero ¿qué le cuentas?
G.M., 1-XI-09
PELOSILLAS
Hay unas pequeñas hierbas
que tienen nombre latino
que es sencillo y femenino:
se les llama Pilosella.
Pelosilla en castellano,
pues muestra el cuerpo cubierto
por unos vistosos pelos
que son finos y muy largos.
Hierbas son más bien humildes,
con las hojas sobre tierra,
que al final de primavera
discretas flores emiten.
Buscan espacios abiertos
más bien que zonas umbrías,
y prefieren tierras frías
a los ambientes costeros.
En Europa está su patria,
grande es su diversidad.
De especies ¿qué cantidad?
No hay una respuesta clara.
Puestos a simplificar
se las reduce a una de ellas
que es Hieracium pilosella,
como Linneo hizo ya.
Hoy día se las separa
de ese género vecino
y en su seno se han descrito
de especies infinidad.
Las formas base son pocas
-las de origen ancestral-
y si en algo son famosas
es por su promiscuidad.
Nada van a desdeñar,
como dice el Arcipreste:
siempre que pueden, quieren
tener una unión sexual.
No ya con los de su especie,
con cualquiera les valdrá,
y lo que de esa unión viene
bien que suele prosperar.
Queda más en entredicho
la propia fertilidad
de esos descendientes mixtos
por la misma vía sexual.
Pero he aquí que estas especies
pueden de ello pasar,
gracias a sus estolones
se van a multiplicar.
El resultado es un caos
muy difícil de nombrar.
Un laberinto en el prado
de genética ebriedad.
Sólo algún raro iniciado,
sea checo o alemán,
se ha atrevido en estos siglos
a estas hierbas estudiar.
Me las puso a mí el destino
delante, sin yo buscar.
Pronto les cogí cariño
y me puse a trabajar.
Es para mí placentero
poder a ellas dedicar
su primer estudio serio
en el hispano solar.
A colegas y maestros
se les suelen dedicar
los estudios como éstos,
no a la planta o animal.
Pero el mérito es de ellas,
que me han sabido mostrar
sus escondidos secretos
que a otros van a ocultar.
Aunque en los últimos tiempos
es muy grato el constatar
que algún colega va habiendo
con quien les gusta tratar.
Me alegro de que por fin
alguien pueda continuar
estos trabajos, Fermín,
que solo tú acabarás.
G.M., 2-XII-2009
RECHONCHO PETIRROJO
Años de andar por los campos,
de percibir sus silencios,
de escuchar trinos y cantos
que son del alma alimento.
De color tantos matices,
de repetidos susurros,
de aromas inconfundibles,
de tantos sabrosos frutos.
Sin embargo, cuando callo,
y a mi me memoria me acojo,
de entre mil recuerdos –tantos-
me aparece el petirrojo.
Es avecilla rechoncha,
tan sencilla y diminuta:
una bolita nerviosa,
un espíritu con plumas.
Es la hembra toda humildad,
con grisácea librea,
que el macho mejorará
con su rojiza pechera.
Mucho me ha hecho sonreír
en los cálidos veranos
al ver su ir y venir
mirándome de soslayo.
Investigador curioso,
me acompaña cada día.
Cuando entro en su territorio,
él aparece enseguida.
Desde los setos me observa,
ni un detalle va a perderse.
No le asusta mi presencia,
ningún recelo me tiene.
Cuando pía es muy discreto:
un sordo chasquido apenas,
pero es fuerte su aleteo
cuando se asusta y se aleja.
Cuando ve una puerta abierta,
evitarlo no podrá:
en cuanto puede se cuela
a una jaula de cristal.
Eso me obliga a la acción:
operación salvamento.
Cómo late el corazón
cuando lo tomo y lo suelto.
Fiel hermano petirrojo,
de corto y sonoro vuelo,
sigue iluminando el soto
con tu flamígero pecho.
Sigue mostrando humildad
a esta humanidad tan hueca,
que gran beneficio habrá
de tus lecciones sinceras.
G.M. VII-2011
ZARZAPARRILLA
Planta siempre verde hermosa
que trepas por las encinas.
En invierno, cómo brillan
esas, tus hojas lustrosas.
Esas, tus hojas lustrosas,
corazones palpitantes,
en el margen espinosas,
soberbias y desafiantes.
Soberbias y desafiantes
que sacarán dos hilillos
por encima de su base:
dos contundentes zarcillos.
Dos contundentes zarcillos
que lanzan como flagelos,
y a las ramas de los pinos
se aferran con desespero.
Con desespero se aferran,
y trepan hasta bien alto,
formando masas tan densas
que ocupan todo el espacio.
Que ocupan todo el espacio
y al alcanzar la otoñada
esparces un blanco manto
de flor tus ramas cuajadas.
De flor tus ramas cuajadas
que embrujan a los sentidos.
Olor a selva mojada,
tropicales alaridos.
Tropicales alaridos
enciendes en mi memoria.
Experiencias que he vivido
de Yucatán a Amazonia.
De Yucatán a Amazonia
tus congéneres se expanden.
Docenas de especies propias
de las selvas tropicales.
De las selvas tropicales
quedó abandonada en España
cuando los fríos glaciales
tocaron a retirada.
Tocaron a retirada
y huyeron tus compañeras.
No seguiste a la manada,
seguramente durmieras.
G.M., 24-X-2011
RUSCO
Del bosque perennifolio
hoy quiero hablar de un arbusto,
que es humilde pero hermoso:
me estoy refiriendo al rusco.
Fuertes raíces le asientan.
Tallo flexible y perenne
que al llegar la primavera
como espárragos le crecen.
Sus hojas se han atrofiado,
pero nadie lo diría,
pues le salen a los lados
ramas que bien las imitan.
Estas ramas que son hojas
-o bien hojas que son ramas-
son rígidas y espinosas,
con su punta reforzada.
En la mitad del verano
dan unas flores verdosas.
No parece nada raro,
pero salen en las hojas.
Ya dije que no son tales,
pero presto lo olvidamos.
Es por eso que bien vale
con frecuencia remacharlo.
Pero llega el frío invierno
y el producto de las flores
son después bolas de fuego:
de rojo vivo se ponen.
Mucho te aprecio, buen rusco,
porque eres indicador
de sombra, suelo y buen bosque,
cosas que han ido a peor.
De normal te muestras raro,
muy esquivo y singular,
pero pateando en el campo
te podemos encontrar.
El alcornoque te aprecia
y te suele acompañar,
junto con musgos y helechos
por la Sierra de Espadán.
A las encinas y pinos
tanto no vas a apreciar,
pues encuentras en sus nichos
menos sombra y humedad.
Rusco caprichoso, Rusco tan
querido,
rusco veleidoso, como a buen
amigo,
pase lo que pase, tu
excentricidad perdono.
El sol te asfixiaba y quemaba tus
hojas.
De ellas te desprendes como
hormiga alada,
al tiempo que buscas refugio en
la sombra.
Pero pronto entiendes que
alimento falta.
Tus hojas perdidas finalmente
añoras,
y las reinventas de forma
apresurada.
Rusco caprichoso, rusco veleidoso.
Como a un hijo amado todo te
perdono.
Noble y bello rusco, del bosque
alegría,
hagas lo que hicieras siempre te
querría.
G.M.,
24-X-2011
HERMANAS MIS CÉLULAS
Hijas queridas y hermanas
sois los miles de millones
de células que se afanan
en servir a mis funciones.
Sois más que los habitantes
humanos de este planeta.
Es un papel honorable
dirigir tan magna empresa.
Vosotras sois mucho más
que unos vulgares microbios
que pasaban por allá
cuando miro al microscopio.
Vosotras soporte dais
a mi vida en esta Tierra.
Con constancia trabajáis
para dar sangre a mis venas.
Nunca órdenes os di.
Bien sabéis vuestro trabajo.
Ya quisiera yo decir
de mi deber otro tanto.
Yo no puedo imaginar
vuestro nivel de consciencia
y me suelo preguntar:
de mi ¿cuál es vuestra idea?
¿Cuál es vuestra apreciación
de esas vuestras compañeras?
¿Sentís la fraternidad
o las sentís como ajenas?
Dentro orgánulos tenéis
yo órganos en mis entrañas.
Como yo tengo una piel
vosotras tenéis membranas.
Se componen los orgánulos
de moléculas complejas,
así como nuestros órganos
están compuestos por células.
Si bien podéis apreciar
lo que hacia adentro os pasa,
nada os impide enfocar
hacia arriba la mirada.
Algo os induce a actuar
con actitud solidaria.
Con gozo os sacrificáis
si así el conjunto gana.
Ni un día de vacaciones,
ni hablar de media jornada,
pues sois manifestaciones
de pura luz animada.
Gracias, así, debo dar
a tan palpitantes dones.
Nunca hubo un general
con tanta tropa a sus órdenes.
De repente soy consciente
del inmenso privilegio
que es disponer de una hueste
de tal cantidad de siervos.
Pero sirviéndome a mi
servís a la creación entera.
Pues si Dios os puso allí
sería porque sirviérais,
tanto al mundo más sutil
de los ángeles y devas
como a la Tierra servir
en sus sólidas facetas.
Como es arriba es abajo:
vosotras con libertad
ejercéis vuestro trabajo
en mi escala corporal.
Yo lo ejerzo con humanos
a la escala planetaria,
que se creen separados
sin pensar en más allá.
Pero yo un día escuché
una voz en mi interior
y con ello me ubiqué
en esta actual situación.
Yo soy Gonzalo, o mejor,
sin vosotras no soy nada:
un espíritu incorpóreo,
de células una amalgama.
Yo no existo ¿Quién soy yo?
Sin ellas, lo tengo claro.
Ya lo dijo Calderón:
una sombra, una ficción…
¿Existe en verdad Gonzalo?
G.M., 5-III-2012
LAS BODAS CELULARES
La mayor parte de las células de nuestro
cuerpo posee todas las funciones presentes en el cuerpo humano, lo que
significa que casi todas las células tienen su propio sistema nervioso,
digestivo, respiratorio, reproductivo… Puesto que estas células son el
equivalente de un ser humano en miniatura, ¡todo ser humano es el equivalente a
una célula colosal! B.H.
Lipton & S. Bhaerman, La biología de la transformación.
Cuando en mi ser me concentro
percibo la vibración
y de la vida el latido
que bulle allá en mi interior.
Son células a millones,
todas en su ocupación,
habitando en sus rincones
sin del todo percepción.
Pero ellas no se equivocan,
que bien saben su función
sin que salga de mi boca
la más mínima instrucción.
Mantener siempre la vida
es su ancestral profesión.
Intercambian energía
y transmiten vibración.
A su escala diminuta
podemos pensar que son
pequeñas chispas humanas,
como los hombres de Dios.
Son la esencia de esta vida
en su mínima expresión,
pero en mi cuerpo cohabitan
en infinita legión.
No se conocen entre ellas
más que un zulú a un dogón,
ni que de un todo tan grande
sospechan que son holón.
Pero una fuerza invisible
a convivir las llamó,
a la que ellas respondieron
una clara afirmación.
Yo sí, quiero, aseguraron
con firmeza y decisión,
y por siempre trabajaron
con amor y abnegación.
Gracias a esa generosa
respuesta de fe y amor
una célula gigante
a su calor se gestó.
Recopilando energía
en esta tierra encarnó.
Cantó su himno a la vida…
y esa célula soy yo.
G.M., 28-VIII-2013
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