sábado, 2 de mayo de 2015

Necesidad de conservar los bosques

NECESIDAD DE CONSERVAR LOS BOSQUES
A ESCALA PLANETARIA Y LOCAL

Gonzalo Mateo Sanz

Introducción

Se habla mucho de la importancia de los bosques y se aportan muchos argumentos válidos para ello. No pretendemos decir nada que no se haya dicho antes, pero sí recopilar argumentos de modo sintético y comprensible por cualquier tipo de público.
Lo vamos a presentar en un “octólogo” de ocho puntos. Cuatro de ellos primordiales, que muestran el valor a escala planetaria, de aquellos aspectos que son la misma bases y esencia de la biosfera, soporte de toda vida en este planeta, entre la que se encuentra la de nuestra especie. Dos más de importancia grande para la vida y economía material humana, aunque de rango inferior a los anteriores, y otros dos de importancia aparentemente más relativa, al afectar a aspectos inmateriales de la vida que son valiosos, aunque no esenciales como los cuatro primeros.
El planteamiento va a ser el de proponer una primera premisa señalando una necesidad importante para la biosfera o la humanidad, una segunda premisa señalando que los bosques son la principal o una de las principales formas de atender esa necesidad y una conclusión urgiendo a proteger, conservar y expandir esos bosques.

1. Limpieza atmosférica

Premisa 1a: El oxígeno es necesario, finito y se consume en grandes cantidades, pero sólo las plantas lo producen.
Todo el oxígeno que respiramos los organismos vivos aerobios (que lo somos la gran mayoría) lo producen los organismos fotosintéticos: las plantas terrestres (particularmente los árboles), algas, fitoplancton y cianobacterias. No hay más. No sale de debajo de la tierra ni llega del espacio. Lo producen los vegetales y ávidamente lo consumen ellos mismos (que también respiran), todos los animales y sobre todo los humanos, que además de respirar promovemos actividades industriales que consumen más del que respiramos. Además se consume en todas las combustiones, fuegos e incendios naturales o provocados.

Premisa 1b: En tierra firme los bosques son los principales productores de oxígeno, pero cada vez hay menos superficie de bosque y éste de menor calidad.
Los productores acuáticos, algas y fitoplancton sufren algunas mermas, pero mantienen activas la mayor parte de sus poblaciones, sobre todo en las aguas oceánicas, pero en tierra firme la situación es completamente diferente. En las áreas templadas se han perdido la gran mayoría de los bosques primarios (más del 90 %), en concreto en la parte europea son prácticamente inexistentes y los secundarios que se mantienen no afectan a más del 20% del territorio. En las áreas tropicales lluviosas, que se mantuvieron básicamente vírgenes hasta el siglo XIX, ya se han perdido cerca de las tres cuartas partes de su extensión. Los desiertos, sabanas y estepas no llevan bosques de modo natural. Sólo quedan los bosques boreales (taiga) con una representación importante (cerca del 50% del potencial).

Conclusión 1: Necesidad de comenzar actuaciones urgentes y drásticas para preservar y potenciar los bosques.
Las plantas, en particular los árboles y más en concreto sus formaciones densas y maduras (bosques) son el mejor recurso de que disponemos para asegurar la limpieza y oxigenación de la atmósfera, lo que les convierte en un recurso estratégico de primer grado cuya importancia supera infinitamente aquellas otras formas en que habitualmente las explotamos, sobre todo cuando la explotación supone su muerte, corta o tala.
Dicho de otro modo: el pequeño precio que se paga por esos materiales no compensa al altísimo que costaría construir y mantener gigantescas centrales productoras de oxígeno a escala planetaria para mantener la vida en el planeta cuando su disminución pase más allá de un nivel de alarma difícil de precisar.

2. Génesis de suelos

Premisa 2a: Los suelos son necesarios en la biosfera y en la economía humana, pero sólo los bosques lo producen.
Todos los suelos fértiles actuales, donde cultivamos plantas para la agricultura y la jardinería, proceden de formaciones vegetales maduras, que fueron retiradas un día para ser aprovechadas de éste modo. El suelo no es roca pulverizada, no es arena de playa o desierto, no es arcilla o limo (no es un elemento mineral). El suelo tampoco es un elemento vegetal, no se compone de hojarasca y ramaje caído de los árboles; tampoco tiene un origen animal, no se compone de sus residuos o excrementos; naturalmente no tiene un origen atmosférico o estelar (no cae llovido del cielo).
El suelo, tal como lo conocemos en este planeta, se origina en las tierras emergidas, cubriendo una finísima parte de la superficie planetaria (uno a unos pocos centímetros, decímetros o metros de espesor), a partir de los residuos vegetales y animales (principalmente en los bosques) mezclados convenientemente con los elementos minerales del sustrato gracias a las actividades de microorganismos, hongos, raíces de plantas, animales subterráneos o excavadores y auxiliados por los fenómenos atmosféricos, particularmente las lluvias.

Premisa 2b: Los procesos de pérdidas de suelo van en aumento en los últimos años en paralelo a las pérdidas de terrenos forestales y a usos agresivos del territorio.
Los suelos fértiles del planeta han disminuido en paralelo a los bosques desde que la humanidad tiene fuerte impacto en el planeta, lo que ha aumentado exponencialmente en los últimos siglo, generando procesos graves de erosión y desertificación . La eliminación del bosque para favorecer la agricultura y ganadería deja inmensas superficies a la intemperie (radiación solar, lluvias torrenciales, viento). Las prácticas agrícolas asociadas al -tan elogiado- arado romano han supuesto la desestructuración de los suelos y que los agentes atmosféricos los arrastren con más facilidad. La ganadería concentrada en cantidades excesivas, sobre todo en climas secos, ha acelerado los procesos de erosión y pérdidas de calidad en los suelos. Otras actividades, más unidas a la vida moderna (urbanizaciones, carreteras, instalaciones lúdicas o deportivas, etc.), han venido a unirse a las causas de pérdidas en los suelos originarios. Los frecuentes incendios forestales, provocados o naturales, contribuyen año a año a agravar la situación.

Conclusión 2: Necesidad de comenzar actuaciones urgentes y drásticas para preservar y potenciar los bosques.
Las plantas, en particular los árboles y más en concreto sus formaciones densas y maduras (bosques) son el mejor y más barato recurso de que disponemos para recuperar las grandes extensiones de suelo perdidas, lo que les convierte en un recurso estratégico de primer grado para la economía y la supervivencia.
Dicho de otro modo: es imprescindible abordar una reforestación a gran escala, que permita disponer de suelos fértiles en el futuro, antes que la pérdida de calidad de los suelos, en los que practicamos actividades económicas tan básicas para nuestra vida y alimentación, pase más allá de un nivel de alarma difícil de precisar.

3. Captación de agua

Premisa 3a: La cubierta forestal es un agente de peso a la hora de atraer y retener precipitaciones atmosféricas.
El que el agua que circula por la atmósfera en estado gaseoso se aglutine formando gotas que puedan caer en forma de lluvias o nieves, o se condense cuando viene en forma de nieblas, depende de muchos factores (vientos, orografía, distancia al mar, etc.). Pero es bien conocido por la sabiduría popular y las investigaciones científicas que la presencia o ausencia de bosques maduros sobre amplios espacios naturales influye de modo importante en la cantidad de agua que accede a un terreno y más aún en la que se conserva en él durante los períodos secos posteriores. Esto se aplica de modo particular en zonas de montaña, donde el bosque llamado cabecero (en la cabeza de las cuencas) retiene las aguas y suelos en superficies con mucha pendiente propensas a aludes y avalanchas.

Premisa 3b: Las graves pérdidas en la cubierta forestal están incidiendo en una menos captación y retención de aguas, indirectamente en un agravamiento de fenómenos catastróficos como las inundaciones.
Los datos ofrecidos por los observatorios y la percepción por observación directa son unánimes en el sentido de que las precipitaciones recibidas y la capacidad para retenerlas se encuentran en fase de regresión. Los paisajes van pasando de húmedos a subhúmedos, de subhúmedos a secos, de secos a semiáridos, etc. Ello sobre todo en medios costeros y zonas más habitadas, donde el impacto humano y la desforestación son mayores. Un aspecto inseparable es que las pérdidas en bosques y suelos conllevan el que cuando las precipitaciones son torrenciales se generen graves inundaciones que generan grandes pérdidas y extorsiones sociales.

Conclusión 3: Necesidad de comenzar actuaciones urgentes y drásticas para preservar y potenciar los bosques, sobre todo cabeceros.
El potenciar los bosques en general y particularmente en áreas de montaña es el principal medio de que disponemos para aumentar las captaciones de agua dulce y evitar que éstas puedan pasar de beneficiosas a dañinas.

4. Refugio de la biodiversidad

Premisa 4a: Vivimos en un planeta donde se ha generado la vida y se ha diversificado infinitamente, lo que es una gran originalidad en nuestro contexto planetario.
La principal parte de la biodiversidad animal y vegetal de las tierras emergidas del planeta se concentra en las formaciones boscosas, donde los seres vivos disponen de mejores refugios, más alimentos, más oportunidades, clima más atemperado, etc. Aún estamos muy lejos de haber conseguido catalogar esa gran biodiversidad, que podría estar cercana al millón de plantas, millón de animales no insectos y varios millones de éstos. Pocas veces reparamos en esta maravilla, sabiendo que estamos rodeados de planetas y satélites de gran tamaño, pero donde no nos consta que exista ni un solo organismo vivo, y menos pluricelulares.

Premisa 4b: La desforestación está incidiendo en graves mermas de biodiversidad, que afecta a miles de especies raras, sensibles o amenazadas.
La continua desforestación está llevando año a año y década a década a la extinción de muchas de estas especies, algunas antes de haber sido ni tan siquiera nominadas, catalogadas o estudiadas. En otros casos la desaparición es local (en Europa, en Marruecos, en Madagascar…), lo que es menos grave pero cuanto menos alarmante, pues representa la pérdida de lo más valioso y singular de la Tierra.

Conclusión 4: Necesidad de comenzar actuaciones urgentes y drásticas para preservar y potenciar los bosques y su rica biodiversidad.
Si se consigue frenar el ritmo de desforestación y posteriormente iniciar un ciclo de reforestación, aún estaríamos en condiciones de preservar una parte importante de la biodiversidad de este planeta verde y azul, donde la gran abundancia de agua, las temperaturas suaves y una larguísima historia de adaptaciones a condiciones cambiantes, han florecido en una riquísima flora y fauna tan valiosa como frágil, tan original en nuestro Sistema Solar como irreemplazable si faltara.

5. Oferta de recursos alimenticios y materias primas

Premisa 5a: La humanidad necesita grandes cantidades de alimentos y materias primas que los bosques producen de modo natural sin necesidad de inversiones previas ni trabajos complementarios.
Los bosques son medios donde se produce gran cantidad de biomasa útil para nuestra economía, destacando las maderas y leñas o los alimentos para nuestra especie o nuestros ganados. Desde hace miles de años los humanos se han liberado de la necesidad de la caza y la recolección de alimentos silvestres a través de la agricultura y la ganadería, pero es un hecho que los bosques siguen produciendo recursos alimenticios que no hemos dejado de buscar (caza, frutos, hongos, brotes, raíces, etc.) y que parte de la cabaña ganadera se alimenta en su interior, resultando una actividad muy rentable, ya que no supone las inversiones previas de las anteriores actividades. Además, para los que la actividad de cazador-recolector les parezca cosa primitiva, debemos decir que se siguen recolectando naranjas, alcachofas o almendras en la actividad agrícola, se siguen recolectando hongos o leñas en los bosques y se siguen cazando conejos, perdices o ciervos en el siglo XXI.

Premisa 5b: Las graves pérdidas de masa forestal han disminuido drásticamente nuestra capacidad de auto-suministrarnos de alimentos y materias primas en los bosques.
La fuerte desforestación, unida a la vida humana actual, mayoritariamente concentrada en grandes urbes, nos aleja de aquellos espacios -cada vez más lejanos y escasos- donde se siguen produciendo estos alimentos tradicionales gratuitos, sanos y nutritivos, con lo que el empleo de estos recursos ha caído en desuso. Por ejemplo en estos tiempos no se consume ni el 1% de las bellotas que consumieron nuestros antepasados, no ya paleolíticos, sino también neolíticos e incluso medievales. En cuanto a las maderas, se puede decir que las especies madereras tropicales de mayor calidad se encuentran prácticamente extintas tras siglos de extracción salvaje sin cortapisas.

Conclusión 5: Conveniencia de comenzar actuaciones urgentes para preservar y potenciar los bosques.
El potenciar los bosques, de modo que aumenten su extensión y proximidad, podrá permitir a mucha gente acceder a estos recursos sanos y gratuitos, ahorrando con ello la producción de parte de los alimentos que se producen en campos de cultivo, evitando trabajos innecesarios, roturación de terrenos y el eventual vertido de productos tóxicos que ahora se asocia a ello. El que los bosques nativos se extiendan permitirá que los árboles productores de las maderas nobles más valiosas vuelvan a crecer y extenderse.

6. Oferta de recursos para la salud

Premisa 6a: La humanidad necesita disponer de todos los recursos de que se dispone en el planeta útiles para la prevención y curación de dolencias y enfermedades.
Uno de los recursos preventivos y curativos ante la enfermedad han sido las plantas desde el origen de los tiempos. En tiempos modernos se pasó de su mera recolección a su cultivo y más recientemente se ha desarrollado una industria farmacéutica que pretende ofrecer recursos curativos más activos y concentrados que las simples plantas. Algunos se siguen extrayendo de plantas, en parte cultivadas y en parte recolectadas en sus ambientes naturales. Otros se producen de modo sintético, aunque éstos cuestionados en sus efectos secundarios por ser productos extraños al organismo, que no los reconoce como algo natural a lo que esté adaptado por milenios.

Premisa 6b: Las graves pérdidas de masa forestal han disminuido drásticamente nuestra capacidad de auto-suministrarnos de productos medicinales, sobre todo en los países tropicales.
La destrucción de los hábitats, sobre todo forestales, ha llevado consigo una gran retracción o la total desaparición de muchas de estas especies útiles. Algunas antes de conocer sus efectos beneficiosos, que pueden ser tan singulares e irrepetibles. En áreas tropicales se descubren a menudo especies con propiedades de gran valor y es previsible que queden muchas más por conocer.

Conclusión 6: Conveniencia de comenzar actuaciones urgentes para preservar y potenciar los bosques.
Es necesario para la salud de las presentes y futuras generaciones poner freno a la desforestación y estudiar con detenimiento las especies vivas y las posibilidades de obtención de ellas de productos que mejoren nuestra salud por todas las vías posibles: plantas medicinales, sustitutos sanos del azúcar (estevia, abedul), cosméticos no agresivos, etc.

7. Atemperamiento microclimático

Premisa 7a: El microclima forestal supone unas variaciones de temperaturas menores que en su exterior, también una protección frente a la adversidad de la intemperie.
Pese a que el planeta ofrece unas condiciones climáticas más benignas que otros que están más cerca o más lejos del sol, los climas son muy variables y las estaciones cambiantes pueden suponer condiciones adversas para animales, plantas o humanos; lo cual puede quedar muy paliado cuando se ingresa en un ambiente forestal, donde ni los vientos, ni la fuerte insolación, ni los temporales son tan incómodos; donde las temperaturas son más frescas en verano y más cálidas en invierno.

Premisa 7b: Las pérdidas en las masas forestales, que dejan un territorio árido e inhóspito, han incidido en el declive de pueblos y sociedades a lo largo de la Historia.
Al ser cada vez más escasos los bosques es más difícil a las especies sobrevivir en ambientes excesivamente expuestos, donde amenaza la sequía y desertización. Muchas poblaciones humanas se ven hoy día condenadas a asumir condiciones climáticas mucho peores que las del pasado porque fuera de sus propias viviendas, al recorrer los espacios exteriores, las condiciones climáticas se extreman sin el abrigo forestal. Así, la vida en amplias zonas del planeta ha dejado de ser posible o se ha hecho muy inadecuada para la especie humana y muchas otras no adaptadas a condiciones extremas, ante el retroceso de las tierras pobladas de arbolado (Sahel, Australia, Madagascar).

Conclusión 7: Conveniencia de comenzar actuaciones urgentes para preservar y potenciar los bosques.
Al igual que ante los retos anteriores, es muy importante desde este punto de vista el poder disponer cuanto antes de unas mucho más amplias extensiones forestales en el entorno de las áreas pobladas.

8. Área de esparcimiento y relax

Premisa 8a: Los humanos nos sentimos cómodos en el bosque, como si volviéramos a nuestras raíces, recordándonos nuestro papel como parte de un todo mayor.
Los humanos no somos máquinas o robots, necesitamos la cercanía a los árboles y a los bosques, como se demuestra en los que subsisten en las proximidades de las grandes ciudades los fines de semana. Cercanía que va más allá de poder respirar mejor o descansar al fresco de su sombra y entra en un terreno atávico, que nos retrotrae a nuestros más lejanos ancestros e incluso a nuestros orígenes prehomínidos. También se percibe allí la sensación de pertenencia a algo mayor (la biosfera), al modo como nuestras células pertenecen a un todo mayor (organismo) y quizás algo aún mayor, a escala cósmica.

Premisa 8b: Las pérdidas en las masas forestales, que dejan un territorio árido e inhóspito, nos dejan una sensación de orfandad o de vacío, de pérdida de raíces y de desconexión con la Naturaleza y el Cosmos.
Los páramos y desiertos no suscitan tan claramente en los humanos los sentimientos indicados. Aparte de las condiciones microclimáticas adversas, en las zonas desforestadas se percibe que falta algo para poder alcanzar nuestra plenitud como personas. Pese a todos los adelantos de la modernidad y de la actual tecnología, la mayoría de la población siente esta necesidad de acudir al bosque, lo que cada vez va resultando más complicado ante el retroceso de estos medios.

Conclusión 8: Conveniencia de comenzar actuaciones urgentes para preservar y potenciar los bosques.
Al igual que ante los retos anteriores, es muy importante desde este punto de vista el poder disponer cuanto antes de unas mucho más amplias extensiones forestales, sobre todo en el entorno de las áreas pobladas, para promover un nivel de bienestar en los aspectos inmateriales mencionados, difícilmente valorables o cuantificables.

Valencia 30 de abril de 2015

domingo, 26 de abril de 2015

SOBRE LOS BOSQUES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y SU ENTORNO



Cuestión 1ª: Tipos de vegetación


Las plantas se estructuran en la naturaleza en tres tipos principales de formaciones: bosques, matorrales y pastizales.

1. Bosques: predominan los árboles (al menos 5 m), que cubren el 100% del terreno. Formación más madura a la que tienden las demás.

Hayedo en los Montes Obarenes (Burgos)

2a. Altos matorrales densos: (en clima mediterráneo maquias), de unos 2-5 m, con 100% de cobertura (coscojares, madroñales, espinares).


Maquia de lentiscar en la Dehesa de la Albufera (Valencia)

2b. Bajos matorrales: habitualmente laxos, de unos 0,5-2 m, con cerca de 50-75% de cobertura (romerales, jarales, brezales).
Cantuesal-jaral en Garaballa (Cuenca)

3a. Pastizales vivaces: en ambiente húmedo prados densos (alta cobertura) siempre verdes, en ambiente seco tipo espartal más laxo.
Pastizales vivaces de montaña en Valdelinares (Teruel)

3b. Pastizales anuales: con estación seca muy marcada el pasto se desarrolla en la húmeda y muere en la seca (al modo del cereal).
 Pastizal anual sobre arenas silíceas en Almazán (Soria)


Cuestión 2ª: Delimitación del concepto de bosque

Algunas aproximaciones:
 Font Quer (1954): sitio poblado de árboles o matas. (Lo sería un campo de algarrobos o manzanos).
Folch (1981): conjunto vegetal donde domina un estrato arbóreo (o varios) sobre uno o varios estratos herbáceos y(o) arbustivos (lo cumplen muchos jardines).
Ruiz de la Torre (1990): agrupación de árboles en espesura (es ambiguo y lo cumple cualquier grupo denso de árboles cultivados).

Matizaciones: Imprescindible para hablar de bosque que la condición básica de territorio cubierto de arbolado”, se complemente con:
1. Alta densidad: espesura cercana al 100% (excluimos sabinares).
2. Origen natural: no plantado por el hombre (o al menos dejado unos 50 años sin intervención humana).
3. Madurez: árboles adultos, sobre suelo rico en hojarasca y mantillo.
4. Estratificación: diversas capas o niveles (estrato arbóreo, arbustivo, herbáceo, lianoide, epífito...).
5. Biodiversidad: vegetal, en árboles, hierbas, lianas o arbustos; fúngica, animal (aves, insectos, arañas, etc.) y microbiana.

 

Cuestión 3ª: Tipos de bosques


1. Bosque primario: bosque virgen, en el que no ha habido intervención humana a lo largo de la historia. En el Mediterráneo no debe ni haber.
 Bosque nuboso de Monteverde (Costa Rica)

2. Bosque secundario: bosque bastante bien estructurado y biodiverso, que fue destruido en el pasado pero que lleva ya bastante tiempo libre de actuaciones negativas.

Robledal atlántico en Cabezón de la Sal (Cantabria)

3. Bosque terciario (etapas pre-forestales): A veces se incluye con el anterior. Bosque con estructura deficiente, biodiversidad limitada, que lleva poco tiempo recuperándose de agresiones graves (talas, incendios, sobrepastoreo). Con frecuencia son arboledas en fase de maduración a bosques.

Pinar de carrasco en Domeño (Valencia)

4. Repoblaciones recientes: Plantaciones monoespecíficas de especies autóctonas en su zona potencial pero a partir de terrenos arrasados. Arboledas que pueden pasar a bosques terciarios o secundarios con el tiempo (más rápido con el apoyo por parte humana y de la fauna).
 Chopera en Beteta (Cuenca)

5. Repoblaciones de exóticas: Plantaciones mono- o pluriespecíficas de especies foráneas fuera de su zona potencial. Al igual que campos de frutales, parques y jardines, etc. No son bosques ni se espera que lo sean.
Grupo de cipreses en Calaceite (Teruel)

4. Los bosques potenciales ibéricos


La vegetación natural de nuestro territorio ha estado constituida, desde hace miles de años, por formaciones arboladas, correspondientes a 5 biomas esenciales del Planeta.

1. Bosque perennifolio mediterráneo: propio de los ambientes templados (unos 12-18º de media) con lluvias moderadas (± 400-800 mm), como las actuales en nuestro entorno.

2. Bosque templado-caducifolio: de medios más frescos (unos 10-15º de media) y húmedos (unos 800-2000 mm).
3. Bosque perennifolio subtropical (laurisilva): en ambientes más cálidos (unos 18-22º) y lluvias abundantes (unos 1000-2000 mm).
4. Bosque perennifolio boreo-alpino de coníferas: en ambientes más fríos (unos 5-10º) y lluvias escasas (200-500 mm).
5. Sabinar-estepa: en ambientes fríos, secos y continentales (unos 8-12º pero con grandes contrastes), lluvia escasa.

 

5. Reflexiones finales

5.1. Principios

1. Lo más valioso de este planeta es
la vida que alberga, necesaria e insustituible.


2. De esa vida son los bosques su mejor expresión y la que produce mayores riquezas y recursos.

3. Esos recursos son renovables, pero sólo si se aprovechan sin destruir el bosque que los produce.

4. Muchos de los recursos que ofrece son cualitativos y tienen un altísimo valor aunque no se puedan pesar o vender (limpieza del aire, captación y retención aguas, génesis de suelos, etc.).

5. El valor de los bosques y de los árboles que los forman es incalculable. Son imprescindibles para la vida, pero se les trata como si fueran bienes superfluos (ej.: en urbanizaciones), objetos molestos (ej.: en carreteras), un puñado de celulosa (papel) o mero combustible (leña).

5.2. Actuaciones

1. Urge preparar un plan de recuperación de los bosques y (sobre todo) ponerlo en práctica.
En nuestro país no quedan bosques primarios.
Los secundarios pueden ocupar cerca del 10%.
Los bosques y bosquetes terciarios cerca del 25%.
Del resto una parte son terrenos urbanos o agrícolas, pero la mayoría son terrenos quemados, erosionados, desertificados.

2. Hay que revalorizar el concepto de bosque cabecero (zonas de montaña), esencial para frenar la erosión y para asegurar la captación y adecuado encauzamiento de las aguas.

3. Tanto la ganadería como la megafauna hervíbora debe estar sujeta a control para evitar daños irreparables en los bosques y en los suelos, sobre todo en años de sequía y en verano.

4. Es necesaria una cultura del aprovechamiento racional de los recursos renovables del bosque
El bosque no tiene por qué ser un “santuario” intangible, al que no se pueda ni entrar.
Nosotros necesitamos recursos alimenticios y materias primas que se producen en el bosque.
Tenemos derecho a obtenerlos. La condición -para el bien del bosque y nuestro- es que no se note apenas o no sea nociva esta actividad.
Se pueden recolectar hongos, bellotas, frutos del bosque
Se pueden recoger leñas, cortando ramas bajas o caídas y secas.
Podemos aprovechar mejor las podas agrícolas y de frutales para evitar actuar en el bosque.
Podemos necesitar talar algunos árboles, pero habrá que reflexionar antes si lo que obtenemos compensa lo que perdemos.

5. Son necesarias actuaciones urgentes en zonas erosionadas o desertizadas
- Señalar en mapa todos los terrenos erosionados o desertificados.
- Protegerlos de toda agresión o extracción de recursos (ej.: pastoreo).
- Llevar a cabo actividades que tiendan a la pronta recuperación de sus suelos.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Aquellos vientos trajeron estos lodos

Después de unas semanas oyendo tantas opiniones de poco fundamento sobre las inundaciones (por ignorancia o intereses) en los medios de comunicación veo que seguimos con ese antropocentrismo petulante que no permite ver lo que es el planeta, los ríos, los mares, etc. más que como recursos de los que sacar bienes y -sobre todo- dinero. Siento la necesidad de escribir algo al respecto porque observo con asombro que parece fuera de este debate, no sólo en los medios, sino incluso en el ámbito ecologista un factor para mí esencial: el bosque cabecero. Es evidente que en períodos de lluvias persistentes los cauces van a aumentar, pero ese aumento se paliaría en gran medida si tuviéramos las montañas cubiertas de los bosques autóctonos, produciendo riquezas muy variadas, entre ellas generando suelo, limpiando el aire y captando el agua. Ésta vale millones también, si se capta cuando cae y va a los pantanos naturales subterráneos, de donde se nos devuelve sin violencia en fuentes y nacederos; pero dejada resbalar por terrenos desforestados o erosionados, en vez de ofrecernos millones en beneficios nos cuesta millones en pérdidas.


Hablo en términos económicos porque veo que es el que entiende la mayoría. Me gustaría también hablar en términos de calidad de vida para quienes aprecian los bosques en su entorno, los de la montaña y -cómo no- los pobres bosques ribereños, chivos expiatorios, culpables a los que se dirigen las iras populares, considerados suciedad y mal por nuestros congéneres (hay que “limpiar” los cauces de “malezas”). No sé de qué pueden ser culpables unos fantasmas o meros espectros de nuestros otrora poderosos bosques de ribera, que brillan por su ausencia por todas partes, pero… mientras queden partes de un cauce sin roturar y cementar se seguirán oyendo voces urgiendo a tales actuaciones.

Lo patético es que la culpa de las pérdidas económicas causadas tras una inundación se le eche a la naturaleza y no a las administraciones que han promovido o aprobado las construcciones o puestas en cultivo de terrenos inundables, o bien a los particulares que lo han hecho por su cuenta y riesgo (a veces ilegalmente).

Le recuerda a uno a cómo funciona la política. Si viene de mi partido es bueno, si viene de la oposición malo. Para nuestra sociedad actual la naturaleza es la oposición: todo lo que hace es malo y para fastidiarnos. Si nieva no es una bendición, es un desastre porque no podemos circular. Si llueve es una mala noticia porque nos mojamos y se nos inundan casas o campos. Lo mismo en el mar, cuando viene el temporal y las olas entran en las casas de primera línea. Si no llueve es malo también porque padecemos la sequía. Los árboles son malos junto a la carretera porque podemos chocar con ellos, malos junto a los ríos porque pueden frenar el agua, malos en la montaña porque pueden incendiarse y afectarán a nuestras urbanizaciones. El sol es malo y hay que huir de él porque tendremos afecciones cutáneas. Nada decir de las bondades de la fauna salvaje: alimañas que hay que controlar para que no se metan con nuestro ganado o nuestra caza, molestos pajarracos e insectos (bichos) que nos comen la cosecha, etc. Y, aunque nadie las defienda, hasta las humildes hierbas que no se meten con nadie e intentar vivir tranquilas se encuentran pronto con algún vecino o ayuntamiento que dice: qué pinta aquí en mi terreno esta broza que yo no he puesto o plantado… tras lo que viene la rociada de herbicida y el retorcimiento de ese inocente ser al que se le queda expresión de: “pero si yo no hacía mal a nadie”.
G.M., 3-III-2015

Manifiesto por los bosques



1. Reflexiones y datos previos
Cuando los humanos se asentaron en el territorio, cambiaron la caza y la recolección por la agricultura y ganadería como modo de vida, con lo que empieza el primer asalto a los bosques del planeta. Caen los de los climas más cómodos para la vida humana (gran parte del sur de Asia y de Europa).
Las guerras, la metalurgia, la mejora de las herramientas y de los edificios, etc., van suponiendo una capacidad creciente de desforestación; también los fuegos para promover pastos y para ampliar los cultivos. El éxito de esta civilización supone unos grandes aumentos demográficos y la consiguiente necesidad de más materias primas, que inciden en más desforestación (segundo asalto).

Fig. 1

La reciente tecnología, mecanización, capacidad de moverse por el planeta y acceder a todos sus rincones, unida a una demografía exponencial, han llevado a la desaparición de todos los bosques primarios del área templada (Norteamérica media, Europa media y meridional y Asia Media), unido a la pérdida de las ¾ partes de los bosques tropicales (África central, Sureste de Asia, América tropical) y más de la mitad de la taiga boreal (tercer asalto).
Hay casos particularmente sangrantes, donde las pérdidas afectan a cerca del 90% o más (islas tan significativas como Madagascar, Java, Sumatra o Nueva Zelanda).
En la Europa templada, en su mayoría de clima suave, se observa bastante arbolado, aunque en forma de pequeños bosquetes, con biodiversidad muy limitada y estructura deficiente (bosques secundarios).

Fig. 2

En la Europa seca, como la franja mediterránea, esos bosquetes son mucho más laxos y pobres. Es el caso de nuestro país, donde vemos masas forestales algo presentables en las montañas que rodean los valles de los 4 ríos principales (fig. 3).

 Fig. 3

El paisaje normal que se ve desde el aire es: grandes llanos completamente parcela­dos y humanizados (sin bosques, sin árboles, sin un metro cuadrado público por donde pasear) y áreas de montaña menos parceladas, menos humanizadas, con muchos sitios por donde pasear (al sol), casi siempre desforestadas (fig. 4).
 
Fig. 4a: zona litoral, 4b: zona de montaña

En esta situación nos quedan dos opciones: observar impasibles la llegada del cuarto y último asalto a los bosques del planeta o decidir que lo más importante que tenemos que hacer en el resto de nuestras vidas –aparte de atender a la familia, amistades y trabajo- sea comprometerse con otros que compartan este sentimiento, para que esto no suceda.

No se necesita ser científico o botánico para ello. Yo lo soy, pero no escribo este texto como científico sino humano que ama la naturaleza, las plantas, los animales, las  montañas, los bosques…; que valora la suerte de vivir en un planeta rico en vida como éste como la mayor de las fortunas y que deplora cada parcela de bosque o cada especie que se pierde como la peor de las desgracias. Que asiste atónito al espectáculo diario de ver arrasar unos bienes de valor incalculable y cuya pérdida es irreversible, a cambio de unas monedas o simplemente porque estorban a unas personas que desean poner allí plantaciones de soja, palma de aceite, rebaños de ganado, urbanizaciones, etc.
Hasta ahora veía esta situación y me lamentaba de ella, pero pensaba que estábamos sometidos a inercias, desidias, intereses creados y grupos muy poderosos que iban a hacer imposible invertir esta situación, por lo que no veía la oportunidad ni utilidad de mover algo así.
Pero los datos que nos llegan día a día son tan contundentes que creo que no es momento de pensar si “podemos” o no, es momento de decidir que “debemos” hacer algo. Mientras, los medios de comunicación se lamentan de un hipotético “cambio climático” y se dedican inversiones multimillonarias para la “lucha” en su contra, al tiempo que procuran sutilmente que todas las reivindicaciones medioambientales se concentren en un concepto abstracto (clima), dependiente de factores que la humanidad no controla (ciclos solares), dejando de lado las cuestiones concretas que afectan a su principal problema: la pérdida de los bosques y la biodiversidad (son los bosques, estúpido).

Para no quedarse en una mera crítica de la situación actual, propongo unos principios de partida (que pueden ampliarse y matizarse según propuestas posteriores de quienes deseen participar) y unas propuestas de acción conseguir que esos principios se respeten.

PRINCIPIOS
1. Lo más valioso de este planeta es la vida que alberga, necesaria e insustituible.
2. De esa vida son los bosques su mejor expresión y la que produce mayores riquezas y recursos.
3. Esos recursos son renovables, pero sólo si se aprovechan sin destruir el bosque que los produce.
4. Muchos de los recursos que ofrecen son cualitativos y tienen un altísimo valor aunque no se puedan pesar o vender (limpieza del aire, captación y retención aguas, génesis de suelos, etc.).
5. El valor de los bosques y de los árboles que los forman es incalculable. Mayor que si fueran de oro.
   Son imprescindibles para la vida (el oro no), pero los arrancamos sin más, si alguien ofrece algo de dinero por sus despojos o por ocupar su terreno.
   Se les trata como si fueran bienes superfluos (ej.: en caso de urbanizaciones), objetos molestos (ej.: carreteras), un puñado de celulosa (papel) o mero combustible (leña).
1. Urge preparar un plan de recuperación de los bosques y ponerlo en práctica.
    En nuestro país no quedan bosques primarios.
    Los secundarios pueden ocupar cerca del 10%.
    Los bosques y bosquetes terciarios cerca del 25%.
    Del resto una parte son terrenos urbanos o agrícolas, pero la mayoría son terrenos quemados, erosio­nados, desertificados

2. Hay que revalorizar el concepto de bosque cabecero (zonas de montaña), esencial para frenar la erosión y para asegurar la captación y adecuado encauzamiento de las aguas.
3. Tanto la ganadería como la megafauna herbívora debe estar sujeta a control para evitar daños irreparables en los bosques y en los suelos, sobre todo en años de sequía.
4. Es necesaria una cultura del aprovechamiento racional de los recursos renovables del bosque.
5.  Son necesarias actuaciones urgentes en zonas erosionadas o desertizadas
   -  Señalar  en mapa todos los terrenos erosionados o desertificados.
   -  Protegerlos de toda agresión o extracción de recursos (ej.: pastoreo).
   - Llevar a cabo actividades que tiendan a la pronta recuperación de sus suelos.
6.  Los Parques Naturales (nacionales, regionales, comarcales, municipales) y las microrreservas son sistemas muy eficaces para proteger la naturaleza. Deberían quedar recogidas bajo estas figuras todas las zonas de montaña poco habitadas y las áreas costeras más amenazadas.
Es más práctico declarar muchos de tamaño mediano (como un municipio) que pocos muy grandes.

Gonzalo Mateo, 17-I-2015